Por: André Gryciuk
Andrew Barr, el ministro Principal de ACT (Australian Capital Territory) con más años de servicio, es el último líder político de la era COVID-19 que aún ocupa su cargo. Si bien muchos de sus contemporáneos han dimitido, Barr sigue teniendo una presencia firme en la mesa del gabinete nacional.
Recientemente, Barr rompió el récord del ministro Principal con más años de servicio en el ACT, superando a Jon Stanhope, quien estuvo al mando del área durante los incendios forestales de 2003, un desafío histórico importante. Barr, por el contrario, ha guiado el ACT a través de la pandemia de COVID-19 sin precedentes, demostrando resiliencia y adaptabilidad.
Transformaciones económicas y de infraestructura:
El mandato de Barr está marcado por importantes reformas económicas y proyectos de infraestructura. Una de sus políticas económicas distintivas ha sido el cambio gradual del impuesto de timbre a impuestos anuales a la propiedad, un plan de transición que durará 20 años y que actualmente está a la mitad. De aquí surgen distintos puntos de vista: por un lado, esta reforma es recibida por algunos como un cambio necesario y progresista; por el otro, ha generado preocupación entre los ciudadanos que se enfrentan a impuestos anuales crecientes. La transición de 20 años ha sido criticada por su impacto financiero a corto plazo en los propietarios de viviendas. No obstante, quizás el legado más visible de la administración de Barr sea la introducción del sistema de tren ligero. La primera etapa de este proyecto ha sido bien recibida y ha transformado el panorama del transporte público de Canberra. Sin embargo, la ambiciosa segunda etapa, que consiste en extender el tren ligero a través del lago Burley Griffin, sigue siendo un esfuerzo polémico e inconcluso. Su futuro está en juego, especialmente si el gobierno cambia en las próximas elecciones.
Los desafíos del liderazgo a largo plazo:
A pesar de su largo mandato y sus numerosos logros, el largo tiempo de Barr en el cargo presenta desafíos únicos. El rol de ministro Principal de ACT combina las responsabilidades de un primer ministro estatal y un alcalde de una ciudad, lo que implica una supervisión integral y la gestión de cuestiones locales. De todas formas, Barr ha gestionado con éxito un gobierno minoritario con los Verdes, demostrando su perspicacia política.
Sin embargo, la longevidad de su liderazgo puede generar fatiga en los votantes, un riesgo común para los políticos con mucho tiempo en el cargo. Incluso con un respeto continuo por sus políticas y su liderazgo, el deseo de cambio puede convertirse en una fuerza poderosa.
La batalla electoral inminente:
Las elecciones de octubre representan un desafío importante para Barr, ya que se enfrenta a Elizabeth Lee, líder de los liberales de Canberra. Lee, un moderado de origen extranjero, se presenta como un oponente formidable. Su postura progresista en varios temas, como el apoyo a la campaña en el referéndum de Voz al Parlamento, se alinea bien con el electorado típicamente progresista de Canberra.
A pesar del atractivo potencial de su oponente, Barr no muestra signos de desaceleración. Su determinación de continuar con sus proyectos y reformas sigue siendo fuerte, lo que hace que las próximas elecciones sean una contienda crítica y vigilada de cerca. ¿Podrá Barr seguir moldeando el futuro de Canberra o será tiempo de un nuevo liderazgo? La respuesta se revelará en las urnas.
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