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TYLER DURDEN EN CLAVE NIETZSCHEANA, ¿ES BRAD PITT EL SUPERHOMBRE?

Foto del escritor: Pedro ValePedro Vale

Tyler Durden se nos presenta inicialmente como la antítesis del protagonista: carismático, audaz y anárquico. Un hombre que rechaza la sociedad consumista y la opresión que encubren los valores y normas tradicionales y, a su vez, promueve una filosofía de liberación por medio del caos y la autodestrucción. A lo largo de la trama, Tyler se convierte en el catalizador de la transformación del narrador, quien, inicialmente, ve en él una figura de salvación a la cual seguir. Sin embargo, a medida que los sucesos transcurren, se revela que Durden es una manifestación de la mente del narrador: una parte de su psique creada en respuesta a sus deseos reprimidos, más profundos y a su hondo malestar existencial. 


De esta manera, el personaje interpretado por Brad Pitt se transforma en un símbolo de lucha contra la alienación del hombre moderno y la insatisfacción con una vida vacía y materialista; motivo que impulsa al narrador a crear El Club de la pelea: una suerte de sociedad secreta la cual mantenía combates cuerpo a cuerpo, sin reglas y con un alto grado de violencia y daño físico. Esta sociedad, pronto se articula como el “Proyecto Mayhem”, una organización anarquista y subversiva creada por Tyler Durden (o eso es lo que pensamos hasta casi el final de la película), cuyo propósito es llevar la rebelión, el caos y la violencia a un nivel que trascienda sustancialmente el combate físico individual, y desafíe las instituciones fundamentales del sistema capitalista. 


En Así habló Zaratustra, Nietzsche expone, precisamente, sobre la necesidad de trascender las normas impuestas por la sociedad, la religión y la moralidad. El Übermensch es alguien que crea sus propios valores, sin someterse a las expectativas externas. Para Nietzsche, la vida auténtica es aquella en la que el individuo puede actuar conforme a su propia voluntad, en lugar de seguir las normas impuestas. La caída y trascendencia de los valores de la religión y la sociedad burguesa, es lo que Nietzsche llamó “la muerte de Dios”, refiriéndose, a su vez, a la potencial refundación de valores que aparejaba el advenimiento del Superhombre. Es esta misma crisis de valores, este vacío que Dios deja, el que explica la sintomatología que el narrador padece ante una vida sin valores trascendentales, y el nihilismo violento que Durden encarna. A través de esta filosofía de vida, Tyler, al igual que el Superhombre, busca trascender las limitaciones totalizantes de la moral absoluta y crea valores propios a partir de su voluntad de poder y deseo de libertad. Un arquetipo de hombre que trascienda a la humanidad., en palabras de Zaratustra (el alter ego nietzscheano que encarna el camino del Superhombre): 


¿Qué es el mono para el hombre? Un motivo de risa, o una dolorosa vergüenza. Pues otro tanto debe ser el hombre para el Superhombre: una irrisión, o una afrentosa vergüenza. ¡Habéis ya recorrido el sendero que va desde el gusano al hombre, pero queda aún en vosotros mucho de gusano. (Friedrich Nietzsche 2002, 6)


Sin embargo, aunque Durden mantiene semejanzas con el Übermensch, particularmente en su antagonismo hacia el  status quo y en la refundación de una moral creada a partir de la propia voluntad, que permita liberar al individuo del yugo sistémico, el hecho es que los medios que ambos presentan, son radicalmente distintos. 


Por un lado, la voluntad de poder de Tyler Durden se fundamenta en un nihilismo desesperado, que encarna una óptica violenta y autodestructiva de la voluntad. La misma, conduce al empoderamiento individual por un camino de caos, dolor y anarquía, con la promesa de una utópica libertad. Mientras que Nietzsche comprende al Superhombre como un ser trascendente y trascendental; que afirma su propia voluntad a partir de un compromiso tácito con la vida, enfrentando al sufrimiento, las contradicciones y las dificultades con una actitud de fortaleza. Al no resignificar la vida a partir de sus padecimientos, el personaje de la película se ve inmerso en un panorama de pesimismo y vacío existencial que lo conduce a la autodestrucción como vía de liberación. Esto podría suponerse que contrasta con el Superhombre, quien, en su carácter de constructor libre y creativo, busca autosuperarse y no autodestruirse. 


A pesar de este supuesto, resultan numerosas las semejanzas del desenvolvimiento de la película con el proceso nietzscheano de desarrollo del espíritu humano, el cual Zaratustra podría describir sucintamente de la siguiente manera. Para la primera etapa, Nietzsche utiliza el arquetipo del camello, que representa la fase en la que el individuo se somete, cargando con los pesares de la vida y las normas sociales, sin cuestionamientos. Es una fase de sacrificio, sumisión y pesadez, “todas esas pesadísimas cargas toma sobre sí el espíritu sufrido; a semejanza del camello, que camina cargado por el desierto…” declaró Zaratustra (Nietzsche 2002, 17). El protagonista, antes de encontrar a Tyler Durden, está sin dudas en la fase del camello: vive una vida rutinaria, alienada, marcada por el consumismo y el conformismo. Su trabajo en una oficina de seguros, su insomnio y su vacío existencial ejemplifican claramente esta etapa. Es un hombre que lleva las cargas de la sociedad sin cuestionarlas: su vida está llena de "cargas" que ha absorbido sin rebelarse. El personaje está atrapado en la rutina y el conformismo de la sociedad capitalista, pero no tiene la fuerza ni la claridad para desafiarla, como el camello que lleva las cargas sin saber el por qué. 


Como una etapa intermedia, se encuentra el estadío del león; representa la fase en la que el individuo se rebela contra todo lo que le ha sido impuesto por la sociedad, la moral y la religión. El león es el símbolo de la voluntad de poder, pero también es un símbolo de la lucha y la destrucción: “En lo más profundo de ese desierto se opera la segunda transformación: en león se transforma el espíritu, que quiere conquistar su propia libertad, y ser señor de su propio desierto” (Nietzsche 2002, 17). Tyler Durden encarna perfectamente la fase del león. Se rebela contra todo lo que representa el mundo de su protagonista: la vida corporativa, la sumisión, el consumo. A través de la creación del Club de la pelea y el posterior Proyecto Mayhem, Tyler lidera una cruzada de destrucción del orden establecido. En el club de la pelea, además, los hombres liberan sus frustraciones de una manera violenta y rebelde, desafían sus miedos y resisten la sociedad consumista. La fase del león se manifiesta en la destructividad de Tyler, que se opone al sistema mediante la violencia, la disrupción y la ruptura de las normas sociales.


Finalmente, se encuentra la fase del niño; esta representa la fase final de la superación, cuando el individuo se vuelve constructor de nuevos valores, el Übermensch se reencuentra con su autenticidad. El niño es capaz de experimentar el mundo con una mente libre, sin los condicionamientos ni las cargas previas. Se trata de la fase de la creación y la afirmación de la vida.


Crear valores nuevos no es cosa que esté tampoco al alcance del león. Pero sí lo está el propiciarse la libertad, y oponer un sagrado “no” al deber —para eso hace falta el león (…) Más ahora decidme hermanos míos: ¿Qué es capaz de hacer el niño que ni siquiera el león haya podido hacer? (...) ¿Pará que habría de convertirse el león en niño? Sí, hermanos míos, para el juego divino del crear se necesita un santo decir “sí”: el espíritu lucha ahora por su voluntad propia, el que se retiró del mundo conquista ahora su mundo (Nietzsche 2002, 18-19).


Esta fase resulta más difícil de encontrar en El club de la pelea, ya que la película termina en una especie de inusitado caos. Sin embargo, en el punto culminante de la historia, el protagonista parece estar en un proceso de reconexión con su verdadera voluntad, más allá de las falsas identidades que ha asumido a lo largo de la película. El niño puede verse como la tentativa de creación de un nuevo comienzo, un despertar que, aunque ambiguo, sugiere que el protagonista está buscando liberarse completamente de la opresión que ha sufrido a lo largo de la historia. En el último giro de la trama, finalmente reconoce la necesidad de romper con la figura de Tyler, su propio reflejo de autodestrucción y afrontar las consecuencias de sus acciones. Esto podría interpretarse como un inicio de un nuevo ciclo y, aunque no se llegue a la creación de un nuevo orden de valores, la pieza cinematográfica deja abierta la posibilidad de que el protagonista alcance algún tipo de redención o transformación.


A modo de cierre, podría afirmarse que, aunque la teoría de Nietzsche encastre de alguna forma con el desarrollo del protagonista y su alter ego, y tanto sus objetivos como sus motivaciones iniciales reflejan similitudes cualitativas, lo cierto es que el autor no esboza ningún argumento en favor de la fundación de una moral violenta y autodestructiva en ninguna parte de su obra. Por el contrario, parecería ser que el prusiano deja entrever, tanto en la elección de los vocablos de Zaratustra, cómo en pensamientos explayados en otras obras, que su idea de voluntad de poder está enfocado en la fuerza creativa del Superhombre. Éste canaliza esa voluntad hacia la revalorización de todos los aspectos de la vida y la construcción de nuevos ideales, sin caer necesariamente en la violencia y la autodestrucción. Tyler Durden, por su parte, parece no lograr superar el vacío y la incertidumbre de la existencia, y en la necesidad de sentirse libre de los barrotes que le representaban las instituciones de la sociedad capitalista contemporánea, no logró una reafirmación valorativa y fundante de nuevos ideales superadores, sino más bien la negación de la existencia a partir de un flagelo tanto físico como mental. En lugar de afirmarse y crear nuevos valores para sí y para el mundo, Tyler se consume en la destrucción de un sistema que considera mediocre. Situación que lo convierte más en un reflejo trágico de la crisis existencial de la posmodernidad, que en un auténtico Übermensch, a pesar de sus intentos de liberación.


Aunque en ese sentido la versión de Tyler Durden se aleja de la interpretación "ideal" de Nietzsche, concluyendo en que el personaje no termina de abordar el concepto en su plenitud, los paralelismos expuestos no dejan de mostrarnos las posibles consecuencias negativas de llevar a cabo una vida sin restricciones morales generales. Se abre así el debate de si verdaderamente el Superhombre podría ser un camino de liberación para el ser humano, o más bien, sus interpretaciones pueden derivar en una esclavitud autoimpuesta, que podría conducir al caos y a la violencia generalizada. 


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