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LA PAZ MARCHANDO HACIA EL ABISMO

Foto del escritor: Catalina PolottoCatalina Polotto

LAS CLAVES DE PORQUÉ EL MUNDO ES CADA VEZ MÁS CONFLICTIVO


Por: Catalina Polotto


La Segunda Guerra Mundial es recordada como el conflicto armado más devastador y destructivo de la historia. Este suceso que se extendió desde Europa, Asia, África a Oceanía, costó la vida de entre 40 y 50 millones de personas. Estos resultados catastróficos le enseñaron una lección a la comunidad internacional, que desde ese entonces se propuso un objetivo: asegurar que un conflicto de tal magnitud no volviese a ocurrir. Afirmar la seguridad internacional era una prioridad.


Sin embargo, estos esfuerzos por preservar la paz, parecen cada vez más insuficientes. En febrero de 2022, estalló la guerra ruso-ucraniana, produciendo un shock a nivel mundial, al ver a una gran potencia como Rusia involucrarse en un enfrentamiento armado de tal magnitud. Desde ese entonces, el número de conflictos sólo aumentó, y hoy se extienden en Gaza, Etiopía, Sudán, La República Democrática del Congo, entre muchos otros. 


El pasado junio, el Índice Global de Paz, un estudio realizado anualmente por el Institute for Economics & Peace, reveló que el mundo se encuentra en una situación delicada:97 países se deterioraron en términos de paz, actualmente hay 56 conflictos activos, hay 92 países involucrados en conflictos que trascienden sus fronteras, entre otros datos.


El reporte demuestra que en el último año la paz mundial sufrió una gran erosión y que muchas de las condiciones que preceden a los más grandes conflictos no habían sido tan altas desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Ante este preocupante panorama es normal preguntarse ¿Por qué sucede esto?


Un factor que contribuye de manera significativa al deterioro de la paz es el cambio que se produjo en el campo de la tecnología militar. En el último período se notó una gran inversión en equipos militares de alta tecnología, armamento sofisticado, y sistemas de comunicación avanzados que incrementan la capacidad de las fuerzas armadas de cada estado. A la vez las importaciones y exportaciones de material bélico no hacen más que crecer. Esto vuelve a los conflictos violentos cada vez más complejos y devastadores, como vemos en Gaza, que desde octubre de 2023 se calculan alrededor de 35.000 muertes, resultando en una crisis humanitaria.


Otro factor relevante es el incremento de la competencia geopolítica. Con el fin de la Guerra Fría, Estados Unidos se estableció como una potencia hegemónica, dominando de manera unipolar el sistema internacional. En este período, muchos conflictos fueron mediados por esta potencia, que impulsó acuerdos de paz y resoluciones. Sin embargo, este panorama cambió, y estados como China y Rusia transformaron el balance de poder en uno más multipolar, compitiendo por la influencia global. Esta transición condujo a nuevas instancias de conflicto.


Mientras que el número de conflictos armados, que alcanzó un pico desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, crece, se hace cada vez más difícil para poderes como Estados Unidos o Europa mediar estas disputas, y al dividir su foco en diversas zonas, dejando algunas desatendidas, se limita su habilidad para manejar las tensiones alrededor del globo, como es el caso del conflicto en Sudán, el cual parece pasado por alto. La administración de Biden, se caracteriza por un intervencionismo reducido a proporcionar asistencia militar, por ejemplo, a Ucrania, en vez de involucrarse de manera más directa. En Europa, es cada vez más complicado lograr políticas coherentes y unificadas por la diversidad de opiniones; por ejemplo, la postura alemana que se contrapone a la francesa sobre cómo debe actuar occidente frente al conflicto ruso-ucraniano. Las negociaciones se quedan atrás y muchos enfrentamientos bélicos terminan de manera inconclusa y sin resolverse, dejando la puerta abierta para futuras hostilidades. Así, conflictos que fueron considerados pequeños, como el caso de Ucrania, Gaza o Etiopía, escalaron hasta la categoría de guerras de las cuales somos testigos hoy.


Al surgir nuevos actores relevantes, numerosas disputas se internacionalizan y se esparcen a lo largo de diversas regiones. Un ejemplo de esto es la acción directa que tomó Irán sobre Israel en abril de este año en respuesta al ataque israelí al consulado iraní en Siria, o los ataques de los Hutíes del Yemen y las milicias proiraníes de Irak a Eilat en solidaridad con el pueblo palestino.


Otro factor importante en estos momentos, es que 2024 es un año electoral para la mitad de la población mundial, lo cual exacerba las tensiones existentes y polariza las posturas, generando riesgos de nuevas hostilidades, como señala Michael Collins, director del IEP.


Los conflictos parecen más devastadores y es poca la expectativa de que terminen en un futuro próximo. Ante estos resultados, algo queda muy claro: es imperativo que los gobiernos alrededor del mundo intensifiquen sus esfuerzos para evitar que los pequeños conflictos activos se conviertan en crisis de mayor nivel y se involucren de manera comprometida en alcanzar resoluciones.



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