Por: Eduardo Pino
América Latina es una parte del globo privilegiada por sus grandes recursos naturales, los cuales siempre han sido un atractivo para el mundo, ya sea por el petróleo venezolano, el combustible nuclear de Argentina, la posición estratégica marítima de Chile, el hierro de Brasil, el sector manufacturero de México, entre muchos otros elementos que hacen de la región un “mundo ávido”, tal como lo denomina el estudioso Alberto Acosta especializado en Economía de la Energía y Comercio Exterior.
Pero realmente debemos preguntarnos cuál es el interés particular de los “grandes” como Estados Unidos, China o Rusia por el cual establecen sus alianzas y perímetros en Latinoamérica.
Para responder esta pregunta debemos ir un poco atrás en el tiempo y recordar los grandes eventos por los cuales siempre se sintió la presencia de las superpotencias en los asuntos tantos externos como internos, primeramente tenemos:
La influencia estadounidense
Desde tiempos coloniales, los Estados Unidos quisieron interferir en la influencia española en América Latina como fue las Guerras Hispano-americanas, con el fin último de evitar el colonialismo y el expansionismo de poder del Imperio Español. Al lograr esto, y debido a sus alianzas con Reino Unido, se consideró que el continente se convertiría en su patio trasero, mientras el foco del mundo seguía en Europa.
Pero más allá de los efectos negativos de la influencia americana que tuvieron lugar con el Plan Cóndor, son más destacables los positivos, debido a que han brindado ayuda humanitaria y apoyo para el desarrollo en distintos estados; contribuyendo a la mejora de la salud, la educación, la infraestructura. Incluso han obrado en conjunto con empresas que han invertido generando empleo y contribuyendo al crecimiento económico.
Condicionalmente a esto, ha colaborado con países latinoamericanos en la lucha contra el crimen organizado, el narcotráfico y el terrorismo, fortaleciendo las fuerzas de seguridad en materia de investigación, ciencia y tecnología. Pero lo más importante es que a lo largo de la historia Estados Unidos ha apoyado la promoción de la democracia y los derechos humanos en América Latina, respaldando procesos electorales transparentes y la defensa de la libertad de expresión.
El ascenso y la expansión de China y Rusia
China, con el tiempo, se ha convertido en uno de los principales socios comerciales de varios países latinoamericanos, especialmente en la exportación de commodities, realizando distintas inversiones importantes a través de sus instituciones de comercio multilateral. Un ejemplo es el del Banco de Desarrollo de China proporcionando préstamos y financiamiento para proyectos de desarrollo en América Latina, como fue la concesión en 2010 de créditos por 37 mil millones de dólares en la región, suma que excede el monto combinado del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial (BM).
En el caso Rusia, esta le ha vendido armas y tecnología militar a varios países de la región, fortaleciendo su presencia en el sector de defensa, y estableciendo acuerdos de cooperación en el sector energético, incluyendo la exploración y producción de petróleo y gas. Con este fuerte, logró fortalecer sus lazos políticos con algunos países promoviendo acuerdos de cooperación en áreas como seguridad, tecnología y cultura.
Ya con esto brevemente expresado, podríamos responder las preguntas previas de por qué las potencias tienen tanto interés en interferir en la región y a qué se debe la búsqueda de aliados en los estados americanos.
Podemos interpretar que estas acciones, más allá del interés comercial o social, tienen una fascinación geopolítica, impulsada por un conflicto de intereses ideológicos y territoriales que enfrentan estas mismas superpotencias entre ellas; en un mundo donde todos quieren tener todo, protegiendo lo suyo y cuidando su propio espacio en el tablero internacional.
Esto conlleva a que naciones enteras queden inmersas en conflictos de escala continental, donde el choque de intereses perjudican en un punto a los estados, haciendo que se pongan unos contra otros por su alineación, dadas las intervenciones directas o indirectas de las potencias, como pueden ser las bases clandestinas de supuesta “investigación” china en Venezuela y Argentina.
Entonces, como conclusión final y a modo de interrogación.
¿Qué somos? ¿Qué es América Latina para los estados “importantes”? ¿Somos una caja de arena donde pueden venir a jugar y hacer sus negocios o somos una región capaz de comprender y accionar nuestra propia estrategia de política exterior, buscando el equilibrio geopolítico correcto, en base a nuestros propios intereses?
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