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CAUSA NOBLE, MENTIRA TÍPICA: LA CORRUPCIÓN Y LAS MISMAS CARAS DE SIEMPRE

Foto del escritor: Nicolas LombarderoNicolas Lombardero

Por: Nicolás Lombardero


El acto de corrupción es aquel que no solo afecta directamente a una institución, sino el que también la deslegitima y le quita credibilidad, afectando así su continuidad. 

La educación pública argentina está en decadencia hace muchísimo tiempo. El discurso alfonsinista de que con la democracia se educa no hizo de la educación pública una de calidad, sino que, culpa de los políticos corruptos, la transformó en una al que solo tienen acceso vastos sectores de la sociedad, con una calidad que no es la que se merece. 


Cuando hablo de calidad me refiero a la calidad institucional en general: la infraestructura, los docentes, la administración de las becas, las posibilidades que ofrece, etc. Para ver una institución perdurar en el tiempo y siempre mejorando, es necesario una constitución fuerte, que se adapte a los cambios y que no pierda su esencia, tal como Alberdi lo planteó en 1953 Si esa constitución habilita la corrupción, esa institución tiene una fecha de caducidad. Las instituciones corruptas caen al igual que muchos imperios por culpa de su mala administración y su gran corrupción. 


Auditar significa, según el diccionario: “inspección o verificación de la contabilidad de una empresa o una entidad, realizada por un auditor con el fin de comprobar si sus cuentas reflejan el patrimonio, la situación financiera y los resultados obtenidos por dicha empresa o entidad en un determinado ejercicio”. Aquel que opine que decir que es necesario una auditoría es igual a dejar sin efecto el normal funcionamiento de, en este caso, las universidades, no solo carece de falta de comprensión, sino también de objetividad e imparcialidad.


En un país en crisis, con más del 50% de sus habitantes pobres, es necesario administrar correctamente los recursos estatales que salen de nuestros bolsillos. Es por eso por lo que es necesario que las universidades demuestren  la correcta administración de estos. Es por eso por lo que es necesario una auditoría. Ya no es algo que solo lo pide el gobierno, es algo que pide el ciudadano de bien. Si no consideramos injusto que la persona que no llega a fin de mes pague con los impuestos el presupuesto destinado a aquella universidad a la que ni siquiera ellos pueden acceder, cualquiera sea su causa y razón, si tenemos que considerar injusto que el funcionario, además de mentirle, le robe. Auditar es justamente demostrar que no se están robando la plata destinada al correcto funcionamiento de las universidades. Auditar es tener la posibilidad de demostrar que quienes están equivocados son los del gobierno y no los de las universidades.


Quien se opone a la auditoría está a favor de la corrupción y es víctima del ropaje ideológico de algunos vivos que ponen sus intereses por encima del bien común.

El mayor acto de rebeldía contra cualquier gobierno es demostrar que está equivocado. Esta podría ser la oportunidad. Pero es necesario una auditoría para saber si realmente ellos son los que mienten, o mienten aquellos que defienden una causa noble y justa solo porque les llena los bolsillos. 


Es necesario recordar que la educación pública integra los 3 niveles educativos. Discutamos si los fondos que son destinados a estos también llegan. Muchas veces, si no fuera por la excelencia y el compromiso de los docentes que dan la vida por educar, la educación argentina deja mucho que desear. Pedir la rendición de cuentas de las autoridades de las universidades nacionales no es solamente defender la universidad, sino también luchar contra la corrupción. 


Es divertido ver ahora a todos aquellos personajes que han lucrado tanto tiempo con el estado ser los defensores de la universidad pública, cuando fueron ellos quienes la arruinaron. ¿Con qué cara van a apoyar una causa que socialmente carece de información e intelecto?


La sociedad cambió. Las ideas cambiaron. Nuestro país fue muy gentil con aquellos que lo arruinaron, pero eso se acabó. Defendamos lo que es nuestro, pero de manera consciente e inteligente. Que no nos sigan pasando por arriba aquellos que dicen ser del pueblo, cuando viven a costa de este.




Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no representan la opinión de la Revista Conciencia Política y/o de la Pontificia Universidad Católica Argentina.

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