Durante su estancia en tierras oceánicas, Carlos tiene programado participar en una serie de eventos, incluidos una revisión naval en el puerto de Sydney, encuentros con activistas ambientales y visitas a proyectos comunitarios. Sin embargo, el centro de la visita está en el espectro político, donde tiene previstas reuniones con el primer ministro Anthony Albanese. Albanese ha mostrado simpatía hacia la idea de una república en el pasado, aunque ha postergado el tema debido a otras prioridades nacionales, como el referéndum sobre la Voz Indígena, que recientemente fue rechazado. El rey se mostró firme en su neutralidad respecto a la cuestión republicana, afirmando que no bloquearía un cambio hacia la república si así lo decidieran los australianos. A través de su secretario privado, el monarca ha expresado que cualquier decisión sobre el sistema de gobierno de Australia depende del pueblo y no de la corona.
A pesar de estas declaraciones, el debate ha generado reacciones mixtas. El Movimiento Republicano de Australia (ARM) ha intentado utilizar la visita como una plataforma para abrir un diálogo con el rey sobre el futuro del país, pero su solicitud fue rechazada. Según los líderes del ARM, la idea de tener un monarca británico como jefe de Estado no refleja la diversidad moderna de Australia. Para muchos, la monarquía parece una institución anacrónica que no representa a la sociedad australiana en pleno siglo XXI. El republicanismo en Australia se ha vinculado históricamente con movimientos que defienden una mayor independencia de las antiguas colonias británicas. Desde el referéndum de 1999, la causa ha tenido altibajos, con momentos de mayor apoyo, especialmente tras la muerte de la reina Isabel II. Sin embargo, el gobierno de Albanese ha sido cauto en cuanto a priorizar un nuevo referéndum sobre la república, argumentando que otras cuestiones como la reconciliación con las comunidades indígenas tienen mayor urgencia, el cual es un tópico frecuente en su gobierno.
Por un lado, los pro monarquía sostienen que la Constitución australiana, que incluye a la monarquía británica como pilar del sistema de gobierno, ha sido una fuente de estabilidad y prosperidad para el país desde el establecimiento del sistema federal en 1901. Philip Benwell, presidente de la Liga Monárquica Australiana, ha defendido el sistema actual, afirmando que protege la democracia australiana al prevenir que los políticos acumulen poder absoluto. En contraste, los activistas republicanos han criticado el simbolismo de tener a un monarca extranjero como jefe de Estado, argumentando que Australia, como nación soberana y diversa, debería poder elegir a su propio representante. Nathan Hansford, copresidente del ARM, declaró que “el concepto de tener un monarca de Australia no encaja bien con la mayoría de los australianos en 2024”.
La visita del rey también ha sido objeto de controversias y protestas. El grupo británico Republic, que ha liderado campañas antimonárquicas en el Reino Unido, ha enviado a su director ejecutivo, Graham Smith, para organizar manifestaciones bajo el lema "Not My King" en Sydney y Canberra. Estas protestas han sido recibidas con escepticismo por parte de los republicanos australianos, quienes prefieren una estrategia más moderada y centrada en fomentar el debate interno sobre el futuro de la monarquía en Australia sin recurrir a manifestaciones callejeras. El ARM ha dejado claro que su objetivo no es provocar enfrentamientos, sino abrir una conversación respetuosa y democrática sobre el papel de la monarquía en la identidad nacional australiana. A pesar de las divisiones en las tácticas, el tema de la república sigue siendo un punto de tensión en el discurso público.
A largo plazo, el destino de la monarquía en Australia sigue siendo incierto. Mientras países como Barbados se han convertido en repúblicas en los últimos años, Australia aún no ha dado ese paso, y muchos expertos coinciden en que un cambio de este calibre podría tardar en concretarse. Las encuestas actuales muestran un apoyo estable pero no abrumador a la causa republicana, lo que sugiere que cualquier movimiento hacia la república dependerá de una combinación de factores políticos, sociales y culturales que aún están en evolución.
A corto plazo, el rey iniciará su gira por Australia mostrando su “respeto” por la decisión que el país tome en el futuro, mientras el debate sobre la república persiste, tanto en las calles como en los pasillos del poder. Aunque el status quo monárquico no cambie a la brevedad, el debate sobre el futuro constitucional de Australia seguirá abierto y resurgirá con mayor fuerza en los próximos años.
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