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FRANCIA - ISRAEL: EL FÚTBOL COMO ESPEJO DE CONFLICTOS GLOBALES

Foto del escritor: Lucia PetzLucia Petz

Actualizado: 20 nov 2024

Por: Lucía Petz


El fútbol tiene el poder de unir a las personas, pero también de reflejar las tensiones de un mundo dividido. El reciente partido entre Francia e Israel por la UEFA Nations League, demostró cómo un evento deportivo puede convertirse en un microcosmos de disputas globales. Lo que debió ser una celebración deportiva se transformó en una muestra de la polarización política y social exacerbada por el conflicto en Medio Oriente.


El Stade de France, con capacidad para 80.000 espectadores, albergó a menos de 17.000 hinchas, un récord negativo para los galos. La baja asistencia no solo se debió al desempeño deportivo, sino también a la tensión política generada por el enfrentamiento entre Israel y Hamás. Manifestaciones pro-palestinas, banderas no permitidas y choques entre hinchas marcaron el contexto del encuentro.


El operativo de seguridad fue monumental: 4.000 policías vigilaban las inmediaciones del estadio y 1.500 adicionales resguardaban el transporte público. Pese a estas medidas, el encuentro estuvo cargado de simbolismos políticos. Desde los cánticos en las gradas hasta los enfrentamientos entre grupos opuestos, el fútbol dejó de ser solo un juego. Las tensiones comenzaron mucho antes del comienzo del partido. En las calles de París, manifestantes pro-palestinos pedían cancelar el partido, mientras que algunos hinchas israelíes llegaban bajo fuertes medidas de seguridad, aún conmocionados por incidentes recientes en Ámsterdam. La violencia en las gradas del Stade de France se desarrolló como una extensión de las disputas globales, con aficionados enfrentándose cuerpo a cuerpo y lanzándose objetos.


El presidente francés, Emmanuel Macron, asistió al partido, destacando la importancia de "enviar un mensaje de fraternidad" ante el aumento de actos antisemitas en Europa. Sin embargo, su presencia también subrayó la ineludible politización del evento. El caso del partido Francia-Israel no es un hecho aislado. Los eventos deportivos con frecuencia se convierten en escenarios de disputas ideológicas. Desde los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 hasta los boicots en la Guerra Fría, la relación entre deporte y política ha sido inevitable. En este caso, el conflicto entre Israel y Palestina no solo se reflejó en las gradas, sino también en las narrativas políticas que los rodearon.


El uso del término pogromo para describir los ataques contra hinchas israelíes en Ámsterdam generó un debate diplomático. Autoridades israelíes y holandesas intercambiaron acusaciones, mientras los medios amplificaron las tensiones. Este término histórico, asociado a persecuciones antisemitas en Europa, fue utilizado para destacar la gravedad de los hechos, pero también desató críticas por su carga política. El partido terminó 0-0, pero el resultado quedó eclipsado por los disturbios y la narrativa política que lo acompañaron. En un mundo donde las fronteras entre política y deporte son cada vez más difusas, este encuentro sirve como recordatorio de cómo los conflictos globales pueden infiltrarse en cualquier ámbito de la vida pública. La pregunta queda abierta: ¿puede el deporte mantenerse neutral en un mundo tan profundamente dividido? Quizás, más que una vía de escape, el fútbol se está convirtiendo en un espejo de nuestras mayores contradicciones.


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