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ENTRE LA ESPADA Y LA LEY: El dilema de un Japón pacifista en un mar de tensiones

Foto del escritor: Candelaria ArrúaCandelaria Arrúa

Actualizado: 7 sept 2024

EL ORIGEN DEL PACIFISMO


¿POR QUÉ JAPÓN OPTÓ POR UNA ESTRATEGIA PACIFISTA EN UN MUNDO HOSTIL ?

Su pacifismo no es una mera casualidad, surge de las cicatrices imborrables de la Segunda Guerra Mundial. Hiroshima y Nagasaki, nombres que resuenan hasta la eternidad como recuerdos sombríos de lo que la sociedad es capaz. Tras años de imperialismo militar, el Estado Nipón, devastado y derrotado, abrazó el pacifismo mediante su Constitución de 1947. En su artículo 9, renuncia para siempre a la guerra como derecho soberano de la nación y a la amenaza o al uso de la fuerza como medio de solución en disputas internacionales. Un acto arriesgado y peligroso, principalmente en una región de disputa de poder.


 Este compromiso no solo refleja el deseo de evitar futuros conflictos, sino también la influencia de Estados Unidos. Éste se ha declarado protector bajo el Tratado de Seguridad de 1960, con la instalación de bases militares y permitiéndole a Japón centrar la reconstrucción económica sin la carga de mantener un ejército expansivo. Este acuerdo cimentó una nueva identidad nacional,  pero ¿a qué costo?¿Puede un país realmente depender indefinidamente de un protector extranjero para garantizar su seguridad?


DESPERTAR AL DRAGÓN, LOS RIESGOS DE LA POLÍTICA ASIATICA


Hoy en día, Japón se encuentra en el centro de un torbellino geopolítico. La región de Asia-Pacífico es un mar de tensiones y rivalidades, y Tokio debe navegar cuidadosamente para no ser arrastrado por la corriente. La creciente influencia de China en el Mar de China Oriental, la constante provocación de Corea del Norte con sus misiles balísticos y el riesgo latente del conflicto en Taiwán, han encendido las alarmas en el país asiático. ¿Cuánto más puede Japón sostener su postura pacifista sin poner en riesgo su propia existencia?


Aquí es donde el realismo, aquella cruda pero influyente teoría de las Relaciones Internacionales, entra en juego. Kenneth Waltz, uno de los padres de esta corriente de pensamiento, señaló que "en un mundo anárquico, los Estados deben buscar su propia seguridad, ya que no hay autoridad internacional capaz de garantizarla". Desde esta perspectiva, el pacifismo japonés, aunque noble y racional en sus orígenes, podría ser un lujo peligroso en un entorno donde el poder militar es la moneda más valiosa.


UNA NACIÓN EN LA ENCRUCIJADA


¿Deberá Japón mantenerse firme con sus ideologías y valores o adaptarse a las dura realidad de los Estados? Este dilema ha sido motivo de reflexión para varios líderes. El ex Primer Ministro Shinzo Abe, por ejemplo, marcó un punto de inflexión al reintroducir el Ministerio de Defensa, señalando el inicio de una nueva era en la política de defensa japonesa y encendiendo un debate nacional.


Bajo su liderazgo, Japón adoptó el "soft balancing" como estrategia principal, formando alianzas democráticas en Asia y extrarregionales, para contrarrestar la influencia china. Sin embargo, su medida más audaz fue la reinterpretación del Artículo 9 de la Constitución, lo que le otorgó la capacidad de intervenir militarmente en defensa de sus aliados.


Claramente estas reformas no fueron simples ajustes, fueron preludio de un pacifismo proactivo, creando el Consejo de Seguridad y flexibilizando la prohibición de exportaciones de armamentos.


No obstante, quien no se ha quedado atrás fue Fumio Kishida, actual Primer Ministro, duplicando el presupuesto de defensa a un 2% del PBI e instalando la nueva Estrategia de Seguridad. Con viento en popa, Kishida ha modernizado las fuerzas armadas y mejorado la alianza con Estados Unidos, buscando fortalecer nuevas relaciones extrarregionales. Esto ante la continua amenaza de Corea del Norte y el poderío chino, especialmente en torno a las Islas Senkaku, siendo estos desafíos persistentes y publicados en el Libro Blanco de Defensa del gobierno.


DEBEN ENCONTRAR LA SALIDA DEL LABERINTO


Japón, en la actualidad, no solo debe enfrentar el dilema de defensa, también tiene tensiones políticas internas, cómo la reciente decisión de Kishida de no postularse para la reelección por el escándalo de financiación irregular. Esto plantea interrogantes sobre la estabilidad política y la capacidad del país para enfrentar sus desafíos de defensa. ¿Podrá resolver eficientemente estos desafíos? ¿Volverá el Japón del pasado? El futuro del Estado del Sol Naciente, depende de un delicado equilibrio entre sus ideales pacifistas y las realidades de un mundo cada vez más incierto.


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