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ELECCIONES EN ALEMANIA: LA CORTINA QUE PROSPERA E IMPREGNA A LOS JÓVENES ALEMANES

Foto del escritor: Delfina Camorati GroppaDelfina Camorati Groppa

Actualizado: 22 jul 2024

¿Qué nos dicen los resultados electorales sobre la situación (e integración) del país?


Por: Delfina Camorati Groppa


Con las recientes elecciones parlamentarias en la Unión Europea, se han desenmascarado en Alemania las persistentes diferencias entre el este y el oeste y su efecto en las nuevas generaciones al traducirse en las urnas las distintas necesidades de la población. 


¿Qué nos dicen los resultados?


Aunque el equilibrio de poder en el parlamento no se ha modificado mucho, se puede ver un gran avance de la derecha sobre los demás partidos. Alemania, como importante país miembro, no se ha quedado atrás.


En sus últimos años, ha estado regida por la “Ampelkoalition” (coalición semáforo), la cual integra el partido de centro izquierda SPD, el partido ecologista Die Grün (el verde), y el amarillista FDP, centro liberal. Juntos, encarnados en el canciller Olaf Scholz, habrían tenido la victoria sobre el CDU, el partido centro-derecha de Merkel. Pero en estas elecciones parlamentarias el CDU ganó la mayoría de los escaños, dejando al Ampel Partei en tercer lugar, sorprendentemente superado por el AFD (Alternativa para Alemania), ultraderecha que ha cobrado importancia en los últimos años. 


Pero, ¿Qué es AFD y por qué da tanto de qué hablar?


Con ferviente nacionalismo frente al multiculturalismo que, en sus palabras, “amenaza la paz social”, AFD aboga por quitarle poder a la Unión Europea y a su conexión con Estados Unidos, un acercamiento a Rusia y una reivindicación de la familia tradicional con la implementación de beneficios a mujeres que tengan muchos hijos. Además, politicas para “devolver” y limitar inmigrantes; el control riguroso al Islam, con la prohibición del hijab completo en público; y el abandono de la cultura de recuerdo alemana, que informa sobre los crímenes del nazismo y crea espacios públicos para el recuerdo. Con una importante campaña en las redes sociales, ha sido acusado de noticias falsas y manipulación de la información, en un posteo se lee “protejamos a nuestras mujeres”, como premisa para la deportación de inmigrantes. 


Los resultados han generado mucho revuelo entre el pueblo alemán, ya que nadie preveía tanta aceptación para AFD. Sobre todo entre los jóvenes, con importantes números aunque no siendo sus principales votantes, en sus primeras elecciones con reducción de edad a 16 años.


Entonces ¿por qué los jóvenes?


Entre las razones se explica el cambio de preocupación por el cambio climático, ahora en segundo plano, por la búsqueda de la paz, slogan con el que este partido se presenta. Varios testimonios expresan esta preocupación, considerando lógico un acuerdo con Putin, a la vez que Afd parecería una respuesta lógica a lo que se escucha en muchas mesas: abuelos que hablan de “tiempos mejores” en la alemania soviética con cierta nostalgia, odio por los “yankees”, sistemas de gobierno autoritarios y familias tradicionales. Además, la gran legitimidad que se les atribuye a las redes sociales hace que no se confirme ni se profundice en la información. Por otro lado, muchos votos fueron en protesta a la ineficiente Ampelkoalition, que “no hace lo que promete”. En pocas palabras, se vota por miedo, por protesta, desinformación o por profunda convicción a estas ideas, aunque este es el menor factor.


Particularmente llamativo ha sido el mapa de electores: es imposible no pensar en los antiguos mapas de la cortina de hierro. La victoria aplastante del Afd en Alemania oriental nos da a pensar que, en cierta manera, los efectos del muro perduran en la población. Berlín, sin embargo, demuestra su condición de “país aparte dentro de Alemania” que le atribuyen sus habitantes, y se muestra verde (Die Grün). 


División desde aquel 1961 pero con un cambio extremo en los colores ¿por qué? Desde la caída del muro, la unificación cultural ha sido difícil. Crisis económicas y desigualdades entre una Alemania occidentalizada y cada vez más integrada al bloque europeo, y otra “quedada en el tiempo”, decepcionada en su integración tanto económica como política, que no se siente vista ni representada en el gobierno. Además, una gran cuota de racismo y adultos sin la cultura del recuerdo, que restan importancia a los efectos de la ultraderecha en la historia alemana. Entonces, ¿podemos juzgarlos? 


Viviendo en la vergüenza de sus crímenes, los alemanes no cantan el himno en la escuela porque les recuerda a los tiempos del nacionalsocialismo, no festejan días patrios y muchas veces ignoran el pasado reciente que los fragmentó entre las dos ideologías del mundo. ¿No es lógico que haya movimientos que quieran reivindicar su papel en la historia? Aún así, el avance de la derecha es, para muchos, un balde de agua fría, un retroceso en la visión europea, y una crítica a las políticas de integración entre este y oeste. Los actos del conservadurismo son ahora una realidad cada vez más posible, que nos invita a recordar que la paz nunca estuvo en los extremos y que, como el grito de protesta en las calles berlinesas, “el racismo no es ninguna ideología”, es odio y eso es inconcebible en cualquier parte del globo. El peso de la historia de los alemanes sigue influyendo en la actualidad y hace tambalear todo lo que alguna vez pensamos de ellos y ellos de sí mismos, demostrándose una vez más que la realidad es más compleja de lo que parece. 


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