top of page

ELECCIONES ESPECIALES EN IRÁN

Foto del escritor: Alejo GarcíaAlejo García

Por: Alejo García


El pasado 5 de julio se llevó a cabo la segunda vuelta de la elección presidencial anticipada de Irán. En la misma, dos candidatos, Masoud Pezeshkian y Saeed Jalili, se enfrentaron por el cargo de presidente de la nación islámica. El resultado fue una fuerte victoria para la facción moderada, y hoy Pezeshkian es presidente electo. Pero, ¿qué significa esto para Irán? Esto es lo que intentaremos ver en este artículo.


Lo primero que hay que entender es la naturaleza del sistema político iraní. El cargo por el que ambos candidatos competían era la mera jefatura del gobierno; el presidente de Irán no es el jefe de Estado, sino que responde al líder supremo, el ayatola Ali Khamenei, de carácter conservador. Éste posee el control de áreas tan importantes como la política exterior o el programa nuclear. Además de esto, posee el apoyo total de las FFAA y de una gran parte del arco político, también de carácter conservador. Finalmente, desde hace ya varias administraciones, los sectores “principistas” han infiltrado la burocracia estatal y el sistema judicial, dándoles una enorme influencia incluso desde fuera del gobierno. Con todo esto en consideración, cualquier presidente reformista en Irán, y especialmente Pezeshkian, tendrá que tener en cuenta que, dentro de la administración pública, está nadando contra la corriente. Y es que la élite conservadora atrincherada en el poder que llegó al mismo con la revolución de 1979 no posee ninguna intención de irse. Todo movimiento o propuesta de Pezeshkian será cuidadosamente observada por el ayatola y sus seguidores, reticentes a cualquier tipo de reforma drástica.


Pero eso no quiere decir que Masoud no tenga ideas. El primer ámbito y en donde probablemente tenga más espacio para tomar acción es la economía. Después de décadas de sanciones, la economía iraní se encuentra gravemente afectada. Posee altas tasas de inflación y desempleo, y su presidencia, en muchos sentidos, será valorada en base a qué resultados económicos puede traer a la batallada población de su país. La estrategia para esto parece ser eludir las sanciones estadounidenses, probablemente mediante algún tipo de acuerdo similar al firmado durante la administración Obama, pero esto también presenta grandes problemas.


El primero está relacionado con las actitudes de Irán hacia sus vecinos; destáquese Israel. Las constantes amenazas y el financiamiento a grupos paramilitares opuestos a Israel y a otros Estados aliados de EEUU en la región, lo cual no ayudará a agilizar cualquier negociación. A esto, hay que sumarle la posible victoria de Trump en las elecciones de EEUU de este año, quien, recordemos, fue el que rompió el anterior acuerdo con Irán al no confiar en que la república islámica había abandonado su programa nuclear. Y como cereza del pastel, los sectores más conservadores no parecen estar muy interesados en reparar los lazos de su país con occidente, y ven con buenos ojos a sus amigos orientales, como Rusia o China.


Otro aspecto donde el plan de Pezeshkian flaquea es en el ámbito cultural. Irán posee fuertísimas restricciones a toda forma de accionar que se oponga a los principios islámicos, siendo el mayor exponente de esto el uso de velo obligatorio para todas las mujeres en espacios públicos. La policía de la moralidad es un brazo especialmente encargado de patrullar estos crímenes, y se han ganado una reputación de brutalidad a lo largo de los años. En 2022, murió bajo custodia de esta policía una mujer que había sido arrestada por no utilizar el velo. Las protestas por la muerte de Mahsa Amini son las más recientes de una serie de hechos de este tipo, y su impacto en la sociedad fue fuertemente sentido. En todo este conflicto, Pezeshkian no se opone para nada a las leyes de moralidad, pero sí ha demandado un mejor trato a los criminales procesados por estas infracciones. Lo que ocurre es que esta simple propuesta ya suena demasiado radical para muchos de los miembros más conservadores del gobierno, y recordemos que el nuevo presidente solo puede actuar dentro del margen de acción que estos mismos conservadores le den.


Sin embargo, no es todo de lo mismo. La llegada de Pezeshkian es representativa de los grandes cambios que enfrenta la sociedad iraní. De los 6 candidatos que participaron de la elección, Pezeshkian era el único reformista, ya que todos los otros habían sido descalificados por el ayatola. Pezeshkian es un síntoma del cansancio que siente gran parte del pueblo y que está dispuesto a hacer lo que sea para cambiar el sistema. La segunda vuelta vio un aumento de 10 puntos porcentuales en la participación (que en la primera vuelta no había llegado al 40%). Queda claro que la sociedad está dispuesta a movilizarse múltiples veces para manifestarse contra el régimen o para reformarlo institucionalmente. Pero el orden actual parece tambalearse, y será la élite la que decida si están dispuestos a aceptar las reformas necesarias, o seguir el camino del mismo régimen cuyo colapso en 1979 los puso en el poder.


9 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


bottom of page