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¿ES EL ESTADO AMERICANO UNA INSTITUCIÓN MAQUIAVÉLICA?

Joaquín Burraco

Por: Joaquín Burraco


Cuando uno piensa en los Estados Unidos de América, por instinto, se le vienen muchas imágenes a la cabeza. Paisajes espectaculares, negocios florecientes, rascacielos, ciudades gigantes, capitalismo por doquier, pero también por qué no, armas, pobreza, barrios marginales, diferencias económicas, guerra, y un sinfín de otros aspectos que caracterizan a la sociedad estadounidense.


Está claro que Estados Unidos es un país más que interesante. Al mirar el manejo histórico que ha tenido la institución suprema estatal, podemos encontrar una curiosa relación con un libro del siglo XVI. 


“El príncipe” de Nicolás Maquiavelo no necesita presentación. Un tratado político sumamente revolucionario y avanzado para su época que plantea al ‘Príncipe’ como el gobernante de un territorio determinado, y cómo éste debe manejarse en el control efectivo de sus posesiones territoriales; tanto recién adquiridas como ya en control, equilibrando la virtud y la fortuna; la primera, tratándose de la habilidad de un gobernante para responder a las circunstancias, mientras que la segunda, siendo la suerte u oportunidad de una situación en un determinado contexto.


Partiendo de esa base, podemos analizar la historia de los Estados Unidos, y como respondió el aparato estatal a diversos eventos por los que atravesó. El primero de estos es la doctrina Monroe, surgida en 1823 por parte de John Quincy Adams, atribuida al presidente James Monroe. Esta declaración de política exterior advertía a las naciones europeas sobre su intervención en el continente americano como una agresión a los intereses de la libertad, el republicanismo, y la democracia que tanto caracteriza a los Estados Unidos. Está claro que esta filosofía no surge por mero altruismo, sino como una protección de los intereses americanos en el mismo continente para evitar tener “competidores” en el escenario geopolítico, validando la teoría de un pensamiento estatal calculado y de un gobernante que sabe aprovechar la fortuna del contexto global.


Un segundo evento a tener en cuenta es la guerra con México, de 1846 a 1848. El pretexto de esta agresión era el “Destino Manifiesto”, una corriente de pensamiento que justificaba la expansión estadounidense al oeste de las originales trece colonias. Este conflicto priorizó los intereses nacionales por sobre consideraciones éticas donde, de vuelta, vemos a la fortuna del gobernante tomar protagonismo, ya que aprovechó el debilitamiento del Estado mexicano y explotó el expansionismo que contaba con el apoyo de la población civil. Es curioso además cómo podemos identificar otro aspecto específico de la obra de Maquiavelo, como es el establecimiento de colonias en los territorios recién adquiridos para imponer su cultura, algo que fueron vivaces en hacer.


Por último, el tercer gran evento que me gustaría nombrar, es la creación de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y sus innumerables operaciones alrededor del globo. En mi opinión,  esta es la institución más maquiavélica de todas, pero tendría que cambiar el título y el contenido de la nota. 


La CIA ha realizado operaciones en todo el mundo, interviniendo en la soberanía y la organización política de Estados ajenos. El Plan Cóndor, conocido por todos nosotros por el contexto de nuestro país, fue orquestado por esta institución, interviniendo en Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, Paraguay, y Bolivia. Viendo más allá, también han intervenido en gobiernos como los de Irán, Nicaragua, Cuba, el Congo, Vietnam y Afganistán. Todo este accionar siempre de la mano de violaciones a los derechos humanos y por qué no, del derecho internacional.


Si uno quiere entrar en la conspiranoia, podríamos mencionar también el asesinato de John F. Kennedy, la cual sucedería por intereses cruzados dentro del mismo Estado sobre la política exterior o el escándalo Watergate, donde el entonces presidente Richard Nixon encubrió movimientos sospechosos de documentos del Partido Demócrata, sumado a varias escuchas telefónicas. Ambos casos podríamos verlos como una justificación de los medios empleados para que el Estado americano “siga funcionando como siempre ha funcionado”, priorizando el status quo y dando lugar a la virtud del gobernante de turno.


Enumerar las operaciones encubiertas de la institución suprema estadounidense y explicarlas nos tomaría más de una nota, pero creo que está bastante claro el accionar de las instituciones que lo integran, sus gobernantes, y las respuestas virtuosas que han tenido los altos cargos. Como podemos ver, siempre se han priorizado los intereses nacionales, y principalmente la fortuna del contexto, pisando soberanías, tratados internacionales, y cualquier moralidad para conseguir bajo cualquier costo, que se respete y se fortalezca el poderío y la influencia americana. 


Lejos de ser un simple defensor de los valores democráticos, el Estado americano ha operado muchas veces con un cálculo frío y pragmático, que refleja las enseñanzas maquiavélicas sobre cómo un gobernante debe asegurar su dominio. Al observar estas acciones, queda claro que, más allá de las justificaciones éticas que se puedan esgrimir, la política exterior de Estados Unidos se ha guiado por un principio clave: el fin justifica los medios. Así, podemos concluir que el Estado americano ha encarnado una esencia profundamente maquiavélica, donde la preservación del poder y la supremacía han primado sobre cualquier consideración moral.




Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no representan la opinión de la Revista Conciencia Política y/o de la Pontificia Universidad Católica Argentina.

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