Por: Iara Paciaroni
La política francesa se encuentra estancada desde las últimas elecciones legislativas, que dejaron al país con un Parlamento sin mayoría articulada. En las últimas semanas, el presidente Emmanuel Macron designó a Michel Barnier como primer ministro, lo cual provocó movilizaciones en distintas ciudades del país. Las mismas fueron convocadas principalmente por el partido La Francia Insumisa (LFI) y demás agrupaciones de izquierda como sindicatos de estudiantes, ONGs ecologistas y asociaciones feministas. La conformación del nuevo gobierno Macron-Barnier fomenta feroces críticas y denuncias contra el Presidente por no haber respetado la resolución de las elecciones legislativas, pues el primer ministro nombrado posee una ideología más conservadora y derechista.
En este sentido, los manifestantes sostienen que tanto Macron como Barnier son “rehenes" del partido de extrema derecha Agrupación Nacional, dirigido por Marine Le Pen, y que es ella quien realmente manda en el país. En las protestas se leían carteles como “¿Dónde está la democracia?”, “¿Dónde está mi voto?”, mostrando indignación por parte de los ciudadanos, e inculpan al Presidente de ignorar la voluntad del pueblo. Por su parte, el líder de LFI, Jean-Luc Mélenchon, pide a los manifestantes estar preparados para una “batalla a largo plazo contra la negociación de la democracia”. La designación de otros funcionarios en puestos clave, también ha aumentado la agitación y tensión en las ciudades. Entre ellos se destacan Jean-Noel Barrot como ministro de Asuntos Exteriores, Antonie Armand como ministro de Economía y Bruno Retalleau como ministro de Interior, quien es líder de Los Republicanos en el Senado.
Como respuesta a estas movilizaciones, el nuevo gobierno aseguró que sus esfuerzos están centrados en reparar la compleja situación económica. Barnier declaró que Francia se encuentra en “una situación grave”, con deudas y requiere un “esfuerzo nacional”. Asimismo, señaló en una entrevista que está dispuesto a trabajar con personas que tengan competencias, tanto aquellas que pertenecen a la mayoría saliente como a miembros de la izquierda. Sin embargo, por el momento pareciera que sólo ha establecido lazos con miembros del antiguo gabinete. ¿Podrá Barnier concretar su promesa de incorporar a distintas fuerzas de la política francesa?
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