Por: Augusto Borgese
La pregunta sobre qué es la Patria cabe hacérnosla al menos una vez, y a la que es necesario dar respuesta. La Patria ha sido olvidada: hoy no se entiende qué es, o peor aún, hay desinterés o un abierto rechazo por comprenderla. Este no es un problema propio y exclusivo de los argentinos, sino que es una cuestión generalizada en todo el mundo. El patriotismo o el orgullo nacional del que la mayoría habla, es un sentimentalismo vacío que con el tiempo se desvanece.
A la pregunta de por qué se disipa con el paso del tiempo puede responderse que amar a la Patria exige dejar de lado el individualismo; característico de quienes tienen ojos sólo para mirarse a sí mismos y que ignoran todo aquello que los trasciende y que es propio de un pueblo, de una gran familia y que constituyen el servicio a la comunidad.
Le pregunto a los lectores cuándo fue la última vez que escucharon sobre el amor a la Patria o, sencillamente, se habló de ella. No suele siquiera mencionarse. En realidad, si lo preguntamos, la mayoría no sabrá responder o dará definiciones inventadas que rozan un poco lo que realmente significa. Donde más suele escucharse hablar de Patria es en boca de políticos. Éstos, se apoderan de palabras trascendentes, incomprensibles para ellos mismos y para gran parte del público.
¿Qué es la Patria?
La idea ha ido evolucionando con el tiempo: en la República romana refería a la ciudad como institución y formaban parte solamente los patricios. Posteriormente, el cosmopolitismo estoico terminó aliándose con el patriotismo romano, pero ya no se identificaban con la Patria sólo las familias originarias y ricas de la “Ciudad Eterna”, sino también aquellos miembros de los pueblos conquistados por la República Romana y posteriormente por el Imperio. Por esta razón, Rutilio Namaciano expresó en su Itinerarium que de cien pueblos se hizo una sola patria.
Así, podemos afirmar que el concepto ha ido mutando con el transcurso del tiempo y el paso de imperios, reinos y feudos como con ideologías e intelectuales que se han preguntado por su significado. Sin embargo, es imposible definir qué es la Patria sin describir los distintos elementos que la componen; por eso voy a comenzar por el más básico y sencillo: la tierra natal. Algunos reducen la patria sólo a este componente y proceden a afirmar que la patria es meramente un pedazo de suelo al que se le puso nombre.
Cierto que el territorio es uno de sus “ingredientes”, pero este no tiene un valor per se. La tierra es aquella que los romanos llamaban “Terra Patrum”, el suelo de los padres, el gran lienzo donde se encarna y plasma una gran pintura, que es legado común de artistas pasados y herencia recibida por aquellos que hoy tienen la tarea de custodiarla, honrarla y acrecentarla.
Por esto mismo, nuestro territorio constituye la dimensión física donde se desarrolla el segundo elemento de la Patria: su cultura. Elemento heredado, porque es el camino compartido con nuestros antepasados hasta el día de hoy. Desde los pueblos originarios y los colonos españoles que dieron origen a nuestra raza criolla, pasando por San Martín, Belgrano, Sarmiento, Rosas, Urquiza y tantos otros, llegando hasta nuestros abuelos y padres. Todo aquel tiempo y el trabajo de aquellos dieron origen a valores, costumbres y tradiciones forjadas en el yunque de la historia, que nos permiten distinguirnos del resto de los países en algo más que el espacio geográfico que ocupamos.
Finalmente encontramos el último pedazo de esta patria: el pueblo, en definitiva, nosotros mismos. No hay Patria sin su elemento vital: el que le da origen, el que la forma y conforma. Es una gran familia con una manera de ver el mundo que le es común a todos quienes la integran.Pero hay algo que diferencia a éste del resto de elementos: la tierra se gana, la cultura se forma y se hereda, pero el pueblo es un elemento activo, no sólo recibe, sino que da. De ahí que sea el elemento vital, mueve y hace crecer.
Como hay herencia nos corresponde custodiarla y acrecentarla, y esa es la tarea que se nos reclama. No sólo porque es lo que nos diferencia del resto, y nos enorgullece como argentinos, sino también por agradecimiento a quienes nos lo legaron, en reconocimiento de todo su trabajo.
Por eso, para no descuidar este legado que hemos recibido como argentinos, es necesario conocer nuestra historia y nuestras tradiciones, pero, sobre todo, y recordando que la patria es también pueblo, luchar por quien se tiene al lado.
Los dichos de que este país no tiene solución, que ojalá hubiésemos sido (e incluso fuésemos ahora mismo) una colonia inglesa, sólo son propios de los cómodos, de aquellos cuyas obras probablemente no serán recordadas por carecer de entrega, pues trabajaron por ellos mismos y ellos mismos se acabaran.
Recordemos a quienes tuvieron la oportunidad y el deber de engrandecer la historia cuando se jugaron el porvenir y la grandeza de su pueblo, para ser ahora nosotros quienes actúen y ocupen el lugar de quienes se mantuvieron y mantienen indiferentes e incluso exigen confortablemente que las cosas se ordenen por obra del misterioso destino, como si este tuviese voluntad propia.
¿Es que la Argentina no es más que sus gobernantes y las decisiones que éstos toman? ¿No tenemos algo más de lo que estar orgullosos? ¿Qué ejemplo queremos dar a quienes nos sucederán en el futuro?
Quiero recordarles que ustedes también son Patria y hacen la Patria hoy mismo. El amor por ella sólo puede demostrarse verdaderamente cuando se pone a prueba, y no hay prueba sin desafíos y problemas. Si los grandes de nuestra historia hubiesen tenido la misma actitud de indiferencia, hoy tal vez ni siquiera existiría Argentina.
La Patria, no nos lo ha dado todo para que atendamos sólo a nuestros intereses individuales y egoístas, sino que como sostiene Cicerón en “La República, lo ha hecho “para tener derecho sobre las mejores facultades de nuestra alma, de nuestro ingenio…” en pos del bien común. Cabe destacar que “Los hombres no amaron a Roma porque fuera grande, fue grande porque la amaron”.
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