Estando ya en el onceavo mes de la guerra, las negociaciones tuteladas por Estados Unidos, Egipto y Qatar no están llegando a ningún puerto efectivo, aunque Biden declare que “un acuerdo nunca estuvo tan cerca”. En notas anteriores, en esta misma revista, se ha hablado de los intentos infructuosos de EEUU por conseguir un alto al fuego y un intercambio de rehenes y el porqué de dicho fracaso, tanto del lado de Israel como de Hamas. El tiempo solo ha probado dicho análisis: la guerra está más viva que nunca.
De acuerdo a los datos, vemos que los muertos en la Franja se acercan a los 50.000, entre ellos familias enteras diezmadas, 94.000 heridos y alrededor de 10.000 cuerpos que aún están bajo escombros. El Comité Internacional de Rescate reveló que 41% de las familias gazatíes cuidan a niños que no son suyos desde el inicio de los bombardeos. El “área humanitaria” disponible se compone por 47 km2, donde se alojan miles de personas sin servicios esenciales. En medio del hacinamiento, las enfermedades se han propagado dándose el primer caso de poliomielitis en 25 años. Y si nos limitamos a los rehenes, Hamas todavía retiene a unos 97 de los cuales Israel supone unos 33 ya están muertos.
Además, las operaciones israelíes no se detienen y afirman haber eliminado terroristas en el área de Rafah y Jan Yunis. Pero tampoco descuidan los demás frentes: Hezbollah en el Líbano, incluso hay rumores sobre el comienzo de una guerra con este país, y los supuestos terroristas organizados en Cisjordania (West Bank). En este territorio palestino, Israel ha asediado con bulldozers ciudades como Tubas, Tulkarem y Jenin durante 10 días. El resultado de la operación fueron 36 palestinos muertos y el asesinato con un tiro en la nuca de una activista americana de veintiséis años.
Este último hecho ha conmocionado a Estados Unidos, que pide informes detallados sobre el hecho. Quizá sea triste pensar que ha tenido que morir una americana para reavivar los reclamos internacionales, pero, específicamente luego de esto la ONU ha sacado un comunicado denunciando las operaciones en Cisjordania como ataques arbitrarios, homicidios ilegítimos y crímenes de guerra: como un “castigo colectivo a la población palestina”. De hecho, el Comisionado para los derechos humanos, Volker Turk, desempolvó un dictamen de julio pasado de la Corte Internacional que declara la ilegalidad de los asentamientos colonos en Cisjordania. También expresó su preocupación sobre el desprecio que Israel mostraba por el derecho internacional. De hecho, el fiscal de la Corte a cargo del caso contra Netanyahu denunció haber recibido amenazas de Israel y de EEUU para evitar la emisión de las órdenes de arresto contra el Primer Ministro y su Ministro de Defensa.
Netanyahu no solo enfrenta la presión de la ONU y la Corte, también de su propio pueblo: las marchas se han intensificado y piden un acuerdo inmediato para recuperar a sus familiares y amigos. La última marcha ha congregado a más de 500.000 personas en Tel Aviv. Pero, ¿por qué no cede al plan propuesto? Los expertos opinan que, ante todo, Netanyahu busca su supervivencia política y quienes lo mantienen en el poder no quieren bajo ningún concepto una negociación, porque cualquier negociación viene anexada por la pretensión de EEUU de que Israel acepte discutir la opción de un Estado palestino. Y dado que algunos ministros de su gobierno opinan que los gazatíes deberían retirarse a Egipto y que las partes de Cisjordania ocupadas deberían anexarse, la posibilidad de dos Estados es inviable. De hecho, la semana pasada el PM hizo aparición en un canal de televisión local donde presentó un mapa de Israel ampliado: Cisjordania era parte del país judío, y Gaza, dominada militarmente.
¿Por qué a EEUU le interesa tanto la formación del estado palestino? A Biden le interesa, necesita ser el que ponga fin a la guerra y abra las negociaciones para una futura paz total, necesita una victoria. Y Netanyahu no va a dársela. Algunos especialistas creen que está esperando la victoria de Trump, un aliado más afín, para finalmente ceder. Mientras tanto mantiene tanto a Hamas como a la Autoridad Palestina, para que los palestinos no tengan un centro de poder único y se mantengan divididos y débiles. Tampoco Hamas, liderado por Yahya Sinwar, quiere que la guerra termine, de esta forma divide a Israel internamente y aísla a EEUU de la región en un momento electoral que lo tiene muy débil.
Netanyahu no quiere el alto al fuego, no le conviene políticamente. Su argumento principal es que no puede permitir dar tiempo a Hamas para reorganizarse, pero realmente lo que quiere es evitar su propia caída, que podría terminar en su arresto, ya que tiene causas abiertas en curso. No ve la guerra como una cuestión de seguridad, sino como una decisión política que le corresponde a él y solo a él, ni siquiera consulta a su mano derecha, el ministro de Defensa, que preferiría llevar el proceso decisivo al Gabinete. La guerra se extenderá hasta que estas cuestiones políticas no se agoten.
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