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MIGRACIÓN CLIMATICA EN LATAM: UN EFECTO DOMINO

Foto del escritor: Maite ToledoMaite Toledo

Tormentas, inundaciones, sequías prolongadas, pérdida de masa glaciar: desde 1979, los fenómenos naturales se han visto agravados por la crisis climática. Y el deterioro de los ecosistemas afecta a los medios de trabajo y subsistencia, forzando a los habitantes a buscar nuevos hogares donde la vida sea posible. A este tipo de traslado se lo denomina migración climática. 


La magnitud de este fenómeno es inaudita: las crisis climáticas producen en la actualidad más refugiados que las guerras, y Latinoamérica es la segunda región más afectada, luego del continente asiático. 2,1 de los 2,6 millones de desplazados que registró la Organización Internacional para la Migración en 2022 fueron producto de los desastres naturales. Motivos económicos, prácticos y de urgencia llevan a que muchas de estas migraciones sean dentro de los propios países de residencia, como pasó hace pocos meses cuando las inundaciones en Rio Grande do Sul (Brasil) desplazaron a 581.000 personas y provocaron 169 muertes.


Es evidente que, en el caso de América Latina, se tiene más bien una fuerte exposición a los efectos negativos del cambio climático, sumado a modelos económicos que se sustentan en la explotación de los recursos naturales. Esta situación resulta aún más crítica para los países del Caribe, con economías más frágiles y geografías comprometidas por los ascendentes niveles del mar. Pero esta patente amenaza a la estabilidad regional no ha generado agenda política en los gobiernos de la región, que mayormente ignoran las políticas climáticas y sus impactos migratorios tanto a nivel local como en foros internacionales. Un informe de la Universidad de las Américas Puebla muestra que la región sólo invierte un 0,18% del PBI en conservar el medioambiente, y adjudica la migración climática a la falta de voluntad política para tomar acciones con respecto al clima. 


A pesar de su magnitud, la migración climática aún no está categorizada dentro del derecho internacional público. La Declaración de Cartagena (ACNUR, 1981) define como refugiados a los desplazados por violencia generalizada, agresión extranjera, conflictos internos y violaciones masivas hacia los derechos humanos, excluyendo el desplazamiento por razones ambientales. Al mismo tiempo, como la mayoría de los traslados son de carácter interno, no se les puede conceder el carácter de refugiados ya que la Convención de Ginebra (ONU, 1951) declara refugiado al que solicita asilo. 


La falta de acción política no es una coincidencia; se alimenta de una creciente tendencia de los gobiernos, especialmente de carácter neoliberal, al rechazo de la agenda 2030 acusando al atentado del paternalismo ecológico contra el progreso económico. Sin embargo, el año pasado la Argentina perdió 20.000 millones de dólares en lo que el sector agroexportador denominó “la peor sequía del siglo” donde el stock de granos llegó a tocar bajas históricas. En diciembre del 2023 las empresas del campo, que representan un 48% de la exportación argentina, liquidaron 1.245 millones de dólares, lo que representó una baja del 66% en relación a diciembre del 2022. 


 La conclusión es contundente: los fenómenos naturales pueden ser más silenciosos que las guerras, pero su capacidad de destrucción hacia el capital económico y humano es igual o peor. A nivel regional, la inacción política implica un grave descuido hacia las necesidades de la población. Parece ser que las posturas ideológicas que ignoran los impactos del cambio climático atentan contra la vida colectiva; no habría desplazamientos forzados si los ecosistemas, principal medio de subsistencia en las economías latinoamericanas, fueran protegidos. 


Los gobiernos latinoamericanos no logran comprender el efecto dominó de la crisis climática, si la migración se produce por el deterioro de los medios de producción, esto se traduce, a corto plazo, en una caída significativa del PBI. Parece ser que, a este paso, nunca seremos capaces de observar los beneficios del anhelado progreso. Las promesas de cambio dentro de las políticas deben asumirse como un inicio hacia la formulación de políticas eficientes, las grandes soluciones siempre llegan a la misma conclusión: se debe renunciar a los intereses individuales si se busca un futuro mejor.


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