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NO SIEMPRE ES NUNCA MÁS

Foto del escritor: Diego GonzalezDiego Gonzalez

Por: Diego González


El pasado 28 de julio se llevaron a cabo las elecciones presidenciales en Venezuela; el resultado de las mismas es, para los realistas, una máscara procedimental que oculta una dictadura. Una vez más, en los comicios se presentaron numerosas irregularidades, tanto en el momento de elegir como a la hora de contar los votos. Esto no es novedad, si tenemos en cuenta que Nicolás Maduro, meses antes, inhabilitó a candidatos opositores. Aun así, lo que más denota el fraude no es el escandaloso conteo de votos que le da la victoria, sino el reconocimiento del Consejo Nacional Electoral (CNE) como presidente reelegido sin haber mostrado las actas completas de votación. 


En este contexto, la asociación Madres de Plaza de Mayo hizo pública una carta enviada a Nicolás Maduro el 25 de julio, deseándole al pueblo y al gobierno Bolivariano de Venezuela, el más cálido “saludo revolucionario”, en vísperas de las elecciones presidenciales en las sostuvieron que “la revolución bolivariana volverá a imponerse en las urnas del mismo modo que lo viene haciendo en las conciencias y los corazones de las mujeres y hombres de ese país que tanto queremos, y que nuestra eterna presidenta Hebe de Bonafini visitó tantas veces”. En la misma, sostuvieron que Argentina se encuentra, en la actualidad, bajo un gobierno fascista, que a la vez se muestra “alineado con Estados Unidos, somete a nuestro pueblo y castiga a Venezuela”. La carta cierra con muestras de apoyo y lealtad incondicional y lo que puede ser considerado un cántico: “¡Viva la revolución bolivariana de Venezuela! Las Madres de Plaza de Mayo, siguiendo el ejemplo de nuestra compañera Hebe, estaremos a su lado todas las veces que sea ‘Hasta la victoria siempre”. No caben dudas de que su apoyo es incondicional, y es un despistado quien piense lo contrario. La pregunta que hay que hacerse es ¿No es esto contradictorio?  Visto de este modo, parecería ser que el Nunca Más no es para siempre, sino solo cuando me conviene.


Esta carta no fue una sorpresa, pero sí, quizás, para los bienpensantes del Nunca Más. Y no, no me refiero a La Cámpora, sino a todos aquellos que no necesariamente pertenecen a organizaciones políticas, pero confían en las intenciones, acciones y bondades, sin tener en cuenta que dichas acciones pueden ser movidas por los más mezquinos intereses. Detrás de ese pañuelo blanco que portan sobre sus cabezas, pueden encontrarse grandes contradicciones; una ceguera ideológica o simplemente maldad: ¿Cómo se explican los cánticos del Nunca Más si luego apoyan a dictadores como Maduro? ¿Cómo avalan los asesinatos cometidos por sus hijos, miembros de organizaciones guerrilleras y luego salen hablar en nombre de los derechos humanos? ¿Cómo puede defenderse a alguien que ha generado una crisis humanitaria y política?


En la actualidad, han apoyado el régimen dictatorial que impera en Venezuela y, personalmente, a su dictador que se dedica a eliminar a todo habitante que reclame aires de libertad y de disidencia, o que tenga la pretensión de acabar con los aromas totalitarios con los cuales Venezuela ha sido perfumado. Quizás, sea una contradicción muy grande para aquellos que creían que esta asociación era antidictatorial, cuando en los hechos legitiman la dictadura que tiene lugar en Venezuela. Podría decirse que la contradicción es evidente en cuanto al relato, pero no en cuanto al dato porque han combatido contra los gobiernos democráticos peronistas también en la década del setenta. 


Queda claro el apoyo incondicional a un autócrata que desconoce todo derecho humano, a la par que se jactan de ser quienes luchan por los mismos. La pregunta es: ¿Por qué valores luchan si apoyan un gobierno en donde todo derecho humano es violado por decisión de un dictador? Pareciera ser que el Nunca Más no es para siempre. Podría resultar hasta tragicómico que quienes apoyan a una dictadura, donde la única libertad se limita al pensamiento, tienen la osadía de tildar al gobierno argentino de fascista, cuando en los hechos este ha sido promotor y garante de las libertades. Es más, sería interesante ver a todos aquellos que se creen revolucionarios, publicar un comunicado en donde tildan al gobierno de Maduro de tirano; estoy seguro que tanto su libertad de expresión como su vida, durarán tanto como la dedicación de un tirano al Bien Común.


En conclusión, toda dictadura es inadmisible, sea en Argentina, Venezuela o en cualquier parte del mundo. Resulta repudiable todo accionar del Estado cuando actúa con la espada en la mano sin tener la justicia en la otra. No se debe elogiar el accionar de un dictador como Nicolás Maduro, quien ha sido responsable de la detención de ciudadanos comunes, diputados disidentes y opositores. 



Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no representan la opinión de la Revista Conciencia Política y/o de la Pontificia Universidad Católica Argentina.

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