Por: Lourdes Cardozo y Lucía Petz
El conflicto en Haití es una cuestión profundamente compleja que, a su vez, abarca una amplia gama de factores: desde su historia de colonización y esclavitud, independencia y dictaduras; hasta problemas actuales como la pobreza extrema, la desigualdad, los desastres naturales, las migraciones, intervenciones extranjeras y, en consecuencia, la crisis humanitaria. Sin embargo, desde el magnicidio del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021, se marcó un punto de inflexión en la crisis de seguridad del país. En tal contexto, las pandillas (como G9 and Family, 400 Mawozo y Ti Lapli) aprovecharon el vacío de poder y la debilidad institucional para expandir su control territorial, especialmente en la capital de Puerto Príncipe, así como en otras regiones del país. Dentro de este panorama, la Policía Nacional de Haití (PNH) ha sido incapaz de contener la violencia latente, siendo afectada por ataques a sus respectivas estaciones y el asesinato de oficiales, lo que ha debilitado aún más la capacidad de respuesta del Estado.
A su vez, esta problemática ha generado una interferencia política, ya que dichas organizaciones ejercen una presión directa tanto en la política local y nacional, utilizando tácticas de intimidación de votantes y candidatos, complicando así la realización de elecciones libres y transparentes. Además, la violencia de las pandillas ha agravado la crisis humanitaria, forzando a miles de personas a abandonar sus hogares, particularmente en las áreas más afectadas por el conflicto.
En respuesta a la creciente crisis, la ONU lanzó la “Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad” (MSS), liderada por Kenia, con el objetivo de enfrentar la violencia interna. Dicha misión fue desplegada en junio de 2024 y se prevé un año de duración. No obstante, ésta se enfrenta a una desconfianza de los civiles debido al antecedente de la misión anterior de la ONU (MINUSTAH 2004-2017), la cual ha sido objeto de críticas por presuntos abusos a los derechos humanos y la acusación de haber facilitado la introducción y el brote de cólera. Este legado controvertido ha generado recelo entre la población civil y frustración debido a la falta de resultados concretos.
A pesar de las patrullas conjuntas de la policía keniana y haitiana en Puerto Príncipe, la situación en Haití ha empeorado significativamente con la expansión del control de las bandas criminales. La ciudad de Ganthier, ubicada estratégicamente a unos 45 kilómetros al noreste de la capital haitiana y a solo 20 kilómetros de la frontera con la República Dominicana, ha sido tomada por la temida banda 400 Mawozo. Este grupo, conocido por su brutalidad y capacidad organizativa, ha desafiado abiertamente a las fuerzas de seguridad kenianas, que hasta ahora no han logrado contener la creciente ola de violencia. La toma de Ganthier no solo agrava la crisis humanitaria en Haití, sino que también amenaza la estabilidad de la región fronteriza con la República Dominicana, generando temores sobre un posible desbordamiento de la violencia hacia el país vecino.
La presencia de 400 Mawozo en Ganthier ha intensificado la crisis de seguridad, facilitando el contrabando de armas y otros artículos a través de la frontera con República Dominicana, lo que aumenta la inestabilidad en la región. Jean Viloner Victor, agente ejecutivo de Ganthier, ha advertido que sin una intervención rápida, el Estado haitiano podría perder el control total sobre la frontera, lo que obligaría a República Dominicana a considerar medidas drásticas como el cierre de la frontera o la negociación con los criminales. Mientras tanto, el líder de 400 Mawozo, Wilson Joseph, ha intensificado las amenazas hacia los habitantes de la región de Fond Parisien, exacerbando el clima de terror. La misión de seguridad keniana enfrenta un desafío monumental debido a la falta de recursos y al entorno extremadamente volátil, lo que subraya la necesidad urgente de una estrategia más robusta y un compromiso renovado para abordar esta crisis de manera integral.
La crisis de Haití, agravada por la toma de Ganthier, destaca la necesidad urgente de una respuesta global más efectiva y coordinada. A su vez, se ha evidenciado que la violencia pandillera ha superado la capacidad de las fuerzas locales e internacionales (la PNH y la misión liderada por Kenia), las cuales se han encontrado con grandes dificultades. De esta manera, nos preguntamos, ¿cómo afectará la situación en Haití a la seguridad regional centroamericana y la política internacional? ¿Qué debe hacer la comunidad internacional para garantizar una recuperación sostenible en Haití?
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