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PRESUPUESTO: LA CLAVE PARA EL 2025

Foto del escritor: Candela ClapcichCandela Clapcich

El próximo 15 de septiembre, el presidente Javier Milei presentará personalmente el presupuesto nacional para 2025 en el Congreso. Este acto inusual para un mandatario, marca una fuerte señal política y económica: la determinación de encarar una reestructuración profunda de las finanzas públicas argentinas, enfocada en alcanzar el déficit fiscal cero. Así, Milei busca demostrar su compromiso con una política de austeridad fiscal que tiene como fin frenar las crisis macroeconómicas que han afectado al país durante años.


La decisión de que el presidente mismo se encargue de esta presentación, en lugar del Ministro de Economía como es tradición, subraya la relevancia que se le otorga al presupuesto dentro de la administración actual. Este gesto va más allá de lo simbólico: implica una modificación en la dinámica de la política económica, contrastando la histórica tendencia de subestimar la recaudación para garantizar fondos de libre disposición en épocas de alta inflación.


El nuevo presupuesto, bautizado como “Plan Fiscal Anual”, abandona la lógica tradicional de priorizar el gasto público para luego ajustar según las previsiones de recaudación. En su lugar, Milei propone una fórmula en la que el gasto se ajustará automáticamente según los ingresos. Esta idea recuerda a la Ley de Déficit Cero implementada durante el gobierno de Fernando de la Rúa en 2001. Sin embargo, aquella normativa, que limitaba el gasto público a la recaudación fiscal, fue declarada inconstitucional después de la crisis económica de principios de siglo.


Si bien la historia ofrece un precedente inquietante, las circunstancias actuales presentan una diferencia clave: Milei está decidido a que su gobierno implemente una fórmula fiscal que no sea vulnerable a los cambios de la macroeconomía. En lugar de reducir los gastos cuando la recaudación caiga, como ocurrió en 2001, su administración busca mantener un equilibrio ajustando partidas específicas en función de ponderadores inflacionarios.


Cabe señalar que el presupuesto 2025 no es solo un documento de planificación económica. Su aprobación es clave para llevar a cabo las reformas propuestas por el gobierno de Milei. Si el Congreso no lo aprueba, el estado estaría obligado a continuar operando bajo el presupuesto de 2022, lo que sería perjudicial en un contexto tan volátil como el actual.


El presupuesto de 2022 no contempla los desafíos económicos actuales ni las reformas que pretende implementar el gobierno. Utilizar un presupuesto desactualizado sería como intentar resolver problemas nuevos con herramientas viejas. No solo carecería de flexibilidad para ajustar las políticas a las necesidades actuales del país, sino que también limitaría la capacidad del gobierno para generar cambios significativos. Por lo tanto, es crucial que los legisladores apoyen el presupuesto presentado por el presidente para que el país pueda avanzar en una dirección clara y acorde a las necesidades del momento.


A pesar del impulso político y comunicacional que rodea la presentación de este presupuesto, su aprobación no está garantizada. La oposición en el Congreso tiene el poder de bloquear la iniciativa, y es posible que lo haga por motivos ideológicos o estratégicos. De hecho, algunos analistas políticos ya anticipan que el verdadero objetivo de Milei podría no ser tanto la aprobación del presupuesto en sí, sino posicionarse frente a sus bases electorales como un líder dispuesto a luchar contra lo que él denomina la “casta” política. En este contexto, la oposición se enfrenta a una decisión importante: apoyar un presupuesto que, aunque controvertido, tiene el potencial de estabilizar la economía, o rechazarlo y continuar utilizando el presupuesto de 2022, perjudicando aún más a las finanzas públicas.


Por ello, es fundamental que los legisladores evalúen con seriedad las implicaciones de no aprobar el nuevo presupuesto. Si bien cada partido político tiene su propia agenda, el bienestar económico de la Argentina debe estar por encima de los intereses partidarios.


En conclusión, la presentación del presupuesto por parte del presidente Milei es un acto cargado de simbolismo y pragmatismo. El enfoque en el déficit cero busca resolver problemas estructurales de la economía argentina, aunque no esté exento de riesgos e incertidumbres. La clave ahora está en manos del Congreso, que debe decidir si apoyar esta visión de austeridad fiscal para garantizar una base económica más sólida, o continuar con un presupuesto obsoleto que no responde a los desafíos actuales.


Es hora de que los legisladores asuman su responsabilidad y apoyen un presupuesto que es necesario para poner fin a las recurrentes crisis fiscales que han afectado a la Argentina durante décadas.


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