El Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI), una de las apuestas más significativas del oficialismo, entra en vigencia esta semana con el objetivo de atraer inversiones que superen los 200 millones de dólares. Este régimen ofrece incentivos fiscales, aduaneros y cambiarios por un período de 30 años, buscando no solo fomentar la inversión extranjera y nacional, sino también promover el desarrollo económico, fortalecer la competitividad en sectores clave, incrementar las exportaciones y generar empleo.
Uno de los principales atractivos del régimen es la reducción del impuesto a las Ganancias del 35% al 25%, la devolución acelerada del IVA y la eliminación de retenciones para las exportaciones derivadas de estas inversiones. Según Manuel Adorni, vocero presidencial, estas medidas no sólo impulsarán la economía y el empleo, sino que también permitirán triplicar el nivel de exportaciones en la próxima década; además, subrayó la importancia de la estabilidad tributaria y cambiaria como condiciones esenciales para atraer inversiones de gran envergadura.
El gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, aprovechó el contexto del RIGI para criticar al presidente Javier Milei. Lamentó que YPF decidiera trasladar una mega inversión de Buenos Aires a Río Negro, argumentando que la decisión fue influenciada por la no adhesión al RIGI. A su vez, acusó a Milei de implementar un régimen que solo busca atraer dólares en el corto plazo a costa de hipotecar los recursos naturales del país por 30 años, sin generar un verdadero desarrollo económico ni empleo. Según el gobernador, los datos recientes del INDEC sobre la utilización de la capacidad instalada en la industria respaldan su crítica, mostrando una caída significativa desde la llegada de Milei al poder.
El RIGI, aunque en su fase inicial, ya ha atraído la atención de grandes inversores. Se espera que ejecutivos de la minera Lundin y la australiana BHP se reúnan con el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y con Luis Caputo, para discutir un proyecto de cobre, oro y plata valuado en cerca de mil millones de dólares. Este tipo de reuniones y anuncios podrían multiplicarse una vez que el régimen esté completamente reglamentado.
En el trasfondo, el Gobierno enfrenta un desafío complejo: equilibrar el incentivo al sector privado con la protección de los intereses del Estado. La reglamentación del RIGI podría tener un impacto duradero en la recaudación tributaria, una cuestión clave en los planes fiscales del oficialismo. Mientras tanto, figuras como Federico Sturzenegger, ministro de Desregulación, prefieren un enfoque más ortodoxo, proponiendo que se convierta en un régimen general en lugar de una excepción dentro del marco de estabilización económica.
En conclusión, el RIGI se establece como una de las medidas más ambiciosas por parte del gobierno, con el objetivo de atraer inversiones sustanciales que impulsen el crecimiento económico y fortalezcan la posición de Argentina en el mercado global. Si bien el régimen ha despertado interés entre grandes inversores, también ha generado tensiones políticas, especialmente en torno a la percepción de que las políticas del presidente Milei podrían comprometer el desarrollo a largo plazo del país. A su vez, la capacidad del gobierno para mantener un equilibrio entre la atracción de inversiones y la protección de los recursos y la economía nacional será determinante para su éxito y sostenibilidad en el futuro. Además, pone en agenda el necesario debate de cómo atraer inversiones, generando distintos modelos y posibles soluciones. No obstante, veremos cómo se desarrollan los acontecimientos. A primera vista, parecería tener un buen comienzo.
Commentaires