A través de nuestra hermosa y bizarra historia, todo tipo de figuras se han adjudicado a sí mismos -o a la organización detrás suyo- el título de pueblo. No sorprende, dado que resulta muy legitimador y conveniente (debido a nuestro sistema democrático) ser el fiel representante del pueblo; el profeta de la voluntad general.
La pregunta es, ¿en qué circunstancias resulta apropiado decir que alguien representa al pueblo? ¿Qué es el pueblo argentino? Desgraciadamente, la respuesta (o un intento de ella) no puede darse en un artículo de dos o tres páginas. Empero, eso no nos impide indagar un poco en la pregunta como tal e investigar distintos casos.
Por dar algunos ejemplos en los que dirigentes se han autorreferido de una manera u otra como pueblo, podemos recordar al general Perón, tan querido y odiado de igual modo. En su discurso en la plaza de Mayo, el 15 de abril de 1953, en un momento de cierta tensión ya que durante el discurso se escucharon vastas explosiones, se refirió a sí mismo como un “hombre que vive solamente para el pueblo”. Cabe cuestionarse si esto constituye un dicho de honestidad o de hipocresía política; ¿Puede alguien vivir solamente para el pueblo, sin ser ello una excusa para acumular poder?
Avanzando unas décadas hacia el presente, nos topamos con una figura que ha sido considerada como la heredera de Perón. Estamos hablando de Cristina Fernández de Kirchner. Coincidentemente, en un discurso en Plaza de Mayo, en conmemoración a los veinte años de la asunción de su difunto marido a la presidencia, dijo:
¿O por qué creen que me odian, me persiguen y me proscriben? Por eso, porque nunca fui de ellos ni lo voy a ser, hagan lo que hagan, me quieran matar, meter presa, nunca voy a ser de ellos. Yo soy del pueblo y de ahí no me muevo. (CFK, discurso 20/05/2023).
En éste discurso, planteó que las elites la persiguen porque sus gobiernos fueron demasiado buenos para el hombre común, y no benefició lo suficiente a aquellos en los estratos más altos. ¿Qué relación hay entre las clases altas y bajas cuando hablamos del pueblo? ¿Existen estos dos de manera opuesta, en un juego de suma cero, de manta corta, donde si tiras de un lado perdés del otro?
Para terminar con la actualidad, me parecieron interesantes ciertos dichos del primer ministro español, Pedro Sánchez, sobre el actual jefe de Estado argentino, Javier Milei, en el marco de su infantil intercambio de agravios. Nos hace saber que “Quien habló ayer [Milei en un acto donde refirió a la esposa de Sanchez, quien está acusada de tráfico de influencias] no lo hizo en nombre del gran pueblo argentino”. Entonces, si no es aquel que ha sido votado por una mayoría propia, ¿quién puede hablar en nombre del pueblo argentino? ¿Sánchez estaba hablando en nombre del pueblo español cuando llamó a votar al oponente de Milei, Sergio Massa, durante las elecciones? ¿Y cuando acusó al presidente de “delirante”?
Son preguntas sin respuesta, o por lo menos, sin una respuesta con la que todos estemos de acuerdo. Algunos dirán que el pueblo lo constituyen los habitantes del territorio argentino; otros, que son los nacidos y criados allí; habrá quienes afirmen que es el pueblo trabajador (lo que sea que eso signifique); otros que la palabra pueblo no significa nada, y que es usado por unos pocos para perpetuarse en el poder. Asimismo, existen infinidades de posturas, mas cada una en mayor contradicción con la siguiente.
Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no representan la opinión de la Revista Conciencia Política y/o de la Pontificia Universidad Católica Argentina
Comments