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¿UN PAÍS A PUERTAS CERRADAS? El nuevo plan de Canadá

Foto del escritor: Julieta PisaniJulieta Pisani

Por: Julieta Pisani


“La inmigración es esencial para el futuro de Canadá, pero se debe controlar y debe ser sostenible”. Esas fueron las palabras del primer ministro canadiense, Justin Trudeau, luego de dar a conocer el plan que su gobierno llevaría a cabo para reducir el arribo de inmigrantes al país.  


El gobierno de Trudeau ha estado impulsando políticas migratorias desde su llegada a la escena política en el año 2015. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, Canadá se reconoce como un Estado multicultural. Se percibe también como un Estado propicio para extranjeros que deseen buscar una mejor vida en el país, para migrantes políticos y estudiantes. Este objetivo puede verse reflejado en cifras: tan solo el pasado año, casi 460.000 personas obtuvieron un visado permanente, mientras que a otras 805.000 le fueron otorgadas una residencia no permanente. Sin embargo, desde el gabinete del primer mandatario, alegan que el proyecto de fomento a la inmigración que cobró relevancia al finalizar la pandemia, no habría demostrado resultados favorables. El mismo prometía aumentar la cantidad de residentes extranjeros en Canadá con el propósito de poblar el territorio e impulsar el crecimiento de la economía mediante una abundante oferta de mano de obra.


De esta manera, el plan anunciado hace tan solo unos pocos días estima que para el 2025, la cifra de población migrante se vería reducida en un 21%. Asimismo, durante los siguientes años, se aplicaría la misma medida de manera progresiva. El ministro de Inmigración, Marc Miller, afirmó que, en el año 2027, la meta de residentes permanentes extranjeros sería de 365.000. 


La decisión de reducir paulatinamente la entrada de ciudadanos extranjeros fue tomada por el ala liberal canadiense, teniendo en cuenta la opinión de los ciudadanos reflejada en encuestas e informes realizados por distintos centros de investigación social. Los mismos apuntan a que el país estaría atravesando una crisis en el mercado de viviendas y de provisión de servicios. El argumento de este sector de la sociedad es que, al aumentar la cantidad de habitantes en las ciudades, también aumenta la demanda de dichos servicios, creando una calidad de vida dificultosa. Además, muchos ciudadanos sostienen la creencia de que la cantidad de inmigrantes es muy vasta y que no logran integrarse adecuadamente a la sociedad, al no incorporar los valores que Canadá adopta como esenciales. 


Por ende, los críticos a esta “política de puertas abiertas” han protestado ya que el gobierno de Trudeau ha impulsado este proyecto sin haber respaldado a los ciudadanos con la infraestructura residencial necesaria ni con la ampliación de prestaciones sociales básicas. En simultáneo, la situación se agravó debido al crecimiento de la tasa de desempleo, que llegó al 6,5%. 


Esto resulta en una opinión generalizada que parece tener la sociedad canadiense. Según Environics Institute, muchos ciudadanos sostienen la idea que el gobierno le debe dar prioridad a aquellos inmigrantes “altamente calificados” y con “buena educación y habilidades”. Por otro lado, otros canadienses ponen énfasis en priorizar a refugiados y a personas que escapan de una situación de crisis estatal. 


Lo que ha resultado curioso es que dichas críticas no solo provienen de sectores conservadores, sino también de votantes del Partido Liberal. Esto coincide con el hecho que, en estos últimos meses, la figura de Trudeau se ha visto deteriorada por la opinión pública. Miembros de su propio partido han sugerido que no se presente a la reelección que daría lugar a su cuarto mandato. Quedará por ver cómo evoluciona este proyecto, teniendo en cuenta las diversas opiniones de la sociedad. 


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